Israel cumple 77 años. ! No pasara esta Generación !
Israel cumple 77 años. ! No pasara esta Generación !
En esta ocasión, la primera noticia que queremos traerles es una invitación a reflexionar en torno al aniversario número 77 del Estado moderno de Israel. Como usted sabe, el 14 de mayo se celebraron 77 años desde la fundación del Estado moderno de Israel.
Dado que Israel utiliza otro calendario, los momentos de celebración suelen comenzar entre finales de abril y principios de mayo. En este contexto, el presidente de Israel hizo una importante declaración hace pocos días. Según informa el sitio de noticias www.swissinfo.ch:
“El presidente de Israel denuncia que el antisemitismo «ha cobrado fuerza en todo el mundo».
Jerusalén, 30 abr (EFE).- El presidente israelí, Isaac Herzog, denunció en su discurso por el Día de la Independencia de Israel que el antisemitismo «ha cobrado fuerza en múltiples formas en todo el mundo» e instó a su pueblo a asumir la responsabilidad de «continuar escribiendo la historia judía».
«Al conmemorar este año el Día de la Independencia de Israel, escuchemos atentamente este don de nuestra conexión: el privilegio y la responsabilidad que tenemos de seguir escribiendo nuestra historia judía juntos».” (1)
Bien, esa es la noticia que queremos comentar. Indiscutiblemente, la existencia y la realidad de la Nación de Israel en el Medio Oriente es un hecho claro e innegable. Israel enfrenta, en el aniversario número 77 de su existencia moderna, el mayor nivel de odio y persecución que no se presentaba desde la Segunda Guerra Mundial, estimados amigos.
Hay que recordar que, tras el ataque del 7 de octubre del año 2023, el mundo entero inicialmente se horrorizó por las muertes de judíos; sin embargo, luego dio la espalda a Israel cuando este comenzó las operaciones militares para recuperar a los rehenes.
En este contexto, comprendemos lo siguiente: es Dios quien ha permitido la existencia del Israel moderno; esto es indiscutible. Es muy triste ver a algunos comentaristas cristianos afirmar que el Israel moderno no tiene relación con el Israel bíblico. Esa es una tremenda equivocación y una gran falsedad. Basta ver que los actuales miembros de la tribu de Leví tienen evidencia genética ADN que confirma su descendencia de los antiguos levitas del Antiguo Testamento. Por lo tanto, al conmemorar este 77° aniversario de la Nación de Israel, debemos comprender que fue Dios quien cumplió su promesa de traerlos de vuelta.
Está lleno de pasajes en el Antiguo Testamento, estimados amigos, donde Dios promete que en los días del tiempo del fin traerá de regreso a la Nación de Israel a su tierra. Él mismo permitirá que esto ocurra para proceder a la redención de la nación y salvar al remanente que creerá en el Mesías que el Padre ha levantado.
Por lo tanto, debemos mirar estos 77 años de existencia de la nación de Israel con mucha sabiduría y entendimiento. Dios ha permitido la existencia de la nación moderna de Israel porque es el reloj profético que nos indica los tiempos para la llegada del Reino de Dios y la venida del Señor Jesucristo en poder y gloria.
Recordemos que en el Antiguo Testamento Dios hizo grandes promesas a los patriarcas, a los profetas y al rey David, promesas que aún no se han cumplido. Y si creemos que Dios es un Dios de pactos y que Él cumple sus promesas, podremos reconocer que algo espiritual está ocurriendo con el hecho histórico de la existencia del Israel moderno.
Ahora bien, muchos de los que se levantan contra el actual Israel no comprenden el plan y propósito redentivo de Dios. Claramente, Dios permite la existencia del Israel moderno para que sea el “vientre” donde nacerá, será cuidado y nutrido el remanente profético de judíos que vivirá al final de los días de la tribulación, cuando Cristo regrese por segunda vez y ellos lo reconozcan como Mesías.
Le recuerdo a usted que la Biblia dice que uno de los protagonistas en los eventos de los días de la tribulación será la nación de Israel: serán engañados por el Anticristo; será en Jerusalén donde aparecerán los dos testigos; será en el valle de Meguido, al norte de Jerusalén, donde los ejércitos del mundo vendrán a pelear la gran batalla de Armagedón.
Por tanto, no podemos desconocer el rol profético que Dios ha asignado al hecho de la existencia del Israel moderno. Esto nos muestra, amigos auditores, como Iglesia del Señor Jesucristo que esta dispensación, que esta forma de trato que Dios ha tenido con el ser humano, con la raza humana y con la Iglesia está a punto de terminar. Pronto vendrá el arrebatamiento y nos iremos a la casa del Padre celestial, tal como Jesús lo prometió en el Evangelio de Juan, capítulo 14.
Debemos mirar con sabiduría lo que ocurre en el Medio Oriente. Indiscutiblemente, en los últimos dos o tres años, ha habido un aumento significativo de crisis, violencia, guerras, ataques y amenazas. Hemos visto a Jerusalén cubierta de misiles, bombas y ataques con drones enviados por Irán. Hemos oído declaraciones de odio en todo el mundo. Incluso en nuestro propio país, autoridades se han levantado contra Israel. Las Naciones Unidas han emitido declaraciones en contra del Estado judío. En realidad, todas las naciones del mundo se están levantando contra Israel y Jerusalén, tal como lo anunció el profeta Zacarías en los capítulos 12 y 14 de su libro. Esta es una gran señal de que el tiempo de la gracia y de la Iglesia sobre la tierra, está a punto de terminar.
Por eso debemos clamar por la nación de Israel, para que el remanente profético de judíos que debe ser salvo lo sea y reconozca a Jesucristo como Señor y Salvador. Les recuerdo que nadie se salva sin reconocer a Jesucristo como Señor y Salvador.
Esto no significa, estimados amigos, que como cristianos no oremos por el sufrimiento en el Medio Oriente: por quienes están en la Franja de Gaza, en el Líbano, oprimidos por el régimen extremista de Irán. Sabemos que en esa zona del mundo comenzó la civilización humana, y allí también terminará cuando Cristo venga por segunda vez para establecer su Reino. Pondrá sus pies sobre el Monte de los Olivos, en Jerusalén, y el monte se partirá por la mitad, tal como está dicho en la profecía bíblica. Allí descenderá el Mesías ungido de Israel, el Señor Jesucristo de la Iglesia, para establecer su Reino milenial.
Estamos presenciando, y seguiremos viendo en los próximos días, una tremenda aceleración profética como nunca antes. Porque será en Jerusalén donde el Anticristo se declarará dios de toda la tierra, probablemente en el templo reconstruido, donde exigirá ser adorado. Por eso, al comprender que Israel ha llegado a los 77 años, debemos procesar esta información profética y entender que la generación que vio el nacimiento de Israel está a punto de terminar.
La Palabra del Señor nos dice en el Salmo 90 que los días del hombre son setenta años, y los más robustos llegarán a ochenta, esto está escrito en la Biblia. Por lo tanto, quienes nacieron y presenciaron la fundación de la Nación de Israel están por terminar su ciclo. Y esto implica que pronto veremos el desenlace de los eventos proféticos: el arrebatamiento de la Iglesia, la aparición del Anticristo, el acuerdo con los muchos, el inicio de la tribulación, la apertura de los sellos, el sonido de las trompetas, y finalmente el derramamiento de las siete copas de la ira de Dios. Y al concluir los siete años de tribulación, veremos al Señor Jesucristo regresar en poder y gloria para establecer su Reino.
La Iglesia clama por el dolor que hay en el Medio Oriente y en el mundo entero, pero también entiende que todo esto fue profetizado. Dios nos advirtió con anticipación sobre la maldad humana: no solo en el Medio Oriente, no solo en Israel o el mundo árabe, sino en toda la tierra. Vivimos en una generación que se ha olvidado de Dios, y por eso debemos comprender que el odio a muerte hacia Israel no es solo humano, es espiritual. Es un odio al Dios del cielo, porque Satanás sabe que le queda poco tiempo. Por eso, Iglesia del Señor Jesucristo, al conmemorar estos 77 años del nacimiento del Israel moderno, entendamos que el reloj de Dios está a punto de llegar a la hora cero. El que tiene oídos para oír, oiga.
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