
Estudio Apocalipsis 1:3 – Indry Cortés de Alvarado
Estudio Apocalipsis 1:3 – Indry Cortés de Alvarado
Hoy continuamos con nuestro recorrido por el primer capítulo del libro de Apocalipsis. Recordemos que “Apocalipsis” es una palabra griega que significa “revelación”, y se refiere a la revelación de Jesucristo, el Señor.
Vamos a leer juntos Apocalipsis 1:3, el versículo que estudiaremos hoy:
“3 Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca.”
Este libro ofrece una bendición particular, una bienaventuranza única para quienes leen, oyen y guardan el mensaje de este libro. Esta es la primera de siete bienaventuranzas que se encuentran a lo largo del libro de Apocalipsis. Las otras se encuentran en:
- Apocalipsis 14:13
- Apocalipsis 16:15
- Apocalipsis 19:9
- Apocalipsis 20:6
- Apocalipsis 22:7
- Apocalipsis 22:14
Muchas personas creen que solo los fanáticos quieren profundizar en este libro. Otros piensan que es muy difícil de entender, a algunos les provoca miedo al leerlo.
Esta es una actitud típica de la gente que ha llevado a muchos a descuidar la lectura del Apocalipsis y con ello, a perder la bendición que Dios ha prometido a quienes lo estudian con fe.
La realidad es que es un libro para cualquiera que quiera ser bienaventurado. Lejos de generar miedo por estudiar Apocalipsis, el versículo 3 nos anima diciendo que hay una bendición especial para el que lee, oye y guarda esta profecía.
“3 Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca.”
Veamos algunas palabras claves:
- “Lee” se traduce del griego “anaginósko”, que también implica saber o conocer de nuevo.
- “Oye” proviene del griego “akoúo”, que significa prestar atención, entender. No se trata solo de comprensión intelectual, sino también de obediencia activa, de atender y hacer lo que se enseña.
- “Guardar” viene del griego “tēréō”, literalmente “reloj”, que significa: poner el ojo sobre algo, vigilar, proteger, mantener, aferrarse a algo para que no se pierda ni se dañe. En un sentido figurado está diciendo lo importante que es cumplir lo que se ha mandado.
Fíjese usted que al final de Apocalipsis se afirma esta bendición poniendo énfasis en guardar.
Apocalipsis 22:7 dice:
“7 ¡He aquí, vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro.“
No solo debemos conformarnos con entender el Apocalipsis, sino atender y actuar en base a esta revelación. Quien guarde las palabras de esta profecía saldrá victorioso de las pruebas que vendrán sobre todo el mundo. Afortunadamente Juan nos dijo que debíamos de entender todo en el libro de Apocalipsis para ser bienaventurado. Hay ciertas cosas que quizás sean más difíciles de entender, pero eso no quita que podamos ser bendecidos al leer y escuchar aun cuando no entendamos todo. Esta promesa nos da más razones para saber que Juan creía que este libro, el libro de Apocalipsis, venía directamente de la mano de Dios, del Espíritu de Dios, porque dice que el que lee y los que oyen son bienaventurados. Nos muestra que este libro era para ser leído de manera pública justo como se hacía con las otras escrituras aceptadas y lo tenía como escritura sagrada. En el mundo judío, tal bendición nunca podría ser pronunciada de un simple libro humano.
El libro de Apocalipsis nos da mucho más que solamente información para especulación
profética, nos da cosas para guardar. Si entendemos el libro de Apocalipsis, este cambiará la manera en que vivimos. El que “lee” está en singular y los que “oyen” está en plural, habla de muchas personas escuchando. La idea viene probablemente de la costumbre de la iglesia primitiva donde se prestaba atención al público leyendo la escritura, en el cual se veía a una persona leyendo y explicando. En nuestra manera moderna de hablar sería como decir: “bienaventurado es el pastor, el líder, el maestro que enseña el apocalipsis y bienaventurada es la congregación que escucha”. Pero más que todo, pastor o congregación, bienaventurado aquel que guarda las cosas en ella escritas.
Tampoco nosotros debemos de vivir solamente en las palabras de esta profecía y de esta bendición sino que debemos estar dispuestos a morir incluso por esta palabra
“bienaventurado el que lee, y los que escuchan las palabras de esta profecía, y guardan las cosas que están escritas en ella” Como mencionamos antes, la palabra griega traducida “guardar” significa mantener, prestar atención, aferrarse, continuamente vigilar o proteger.
La palabra griega traducida como “bendición” también significa “feliz”, es una bienaventuranza. Por lo tanto, guardar o prestar atención a la palabra de Dios hace que usted sea una persona feliz o bendecida.
Proverbios 16:20 dice:
“20 El entendido en la palabra hallará el bien, Y el que confía en Jehová es bienaventurado.“
En los próximos capítulos de Apocalipsis, Jesús señala a las iglesias del primer siglo cosas que necesitan mejorar. Hoy las iglesias también necesitan corregir y mejorar cosas. Hoy como cristianos y creyentes también necesitamos hacer cambios en nuestra vida. Por lo tanto es prudente que prestemos atención a la corrección de nuestro Señor y guardemos su palabra.
Después de Apocalipsis 3, no hay mayores instrucciones para el cuerpo de la Iglesia, sin embargo entender que esta visión debe tener lugar en breve. Esto debería impulsarnos a aferrarnos a las promesas del triunfo de Cristo sobre todas las cosas que van a estar sucediendo sobre la tierra, pero nosotros debemos tener la seguridad, la confianza de que nuestro Señor ha triunfado sobre todo esto, que Él tiene el control de todo y que nada escapa de su mano. Debemos estar listos y dispuestos para guardar las profecías, ya que muchos en el mundo, en este tiempo hermanos y amigos, las desprecian y se burlan.
El apóstol Pedro confirma esta palabra diciendo en 2 Pedro 3:1-3:
“1 Amados, esta es la segunda carta que os escribo, y en ambas despierto con exhortación vuestro limpio entendimiento, 2 para que tengáis memoria de las palabras que antes han sido dichas por los santos profetas, y del mandamiento del Señor y Salvador dado por vuestros apóstoles; 3 sabiendo primero esto, que en los postreros días vendrán burladores, andando según sus propias concupiscencias”
La vigilancia para el regreso del Señor también está a la vista en el siguiente pasaje de Apocalipsis 3:2-3:
“2 Sé vigilante, y afirma las otras cosas que están para morir; porque no he hallado tus obras perfectas delante de Dios. 3 Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; y guárdalo, y arrepiéntete. Pues si no velas, vendré sobre ti como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti.“
Aquellos que no prestan atención al inminente regreso del Señor Jesús, a menudo tienen una actitud de ignorancia voluntaria, ya que no quieren examinar cómo están viviendo sus vidas.
La venida de Cristo será como un ladrón para aquellos, ¿por qué? Porque no estarán listos ni estarán vigilando. La vigilancia por lo general promueve la vida santa, porque implica que hemos entendido que el reino de Cristo lo es todo, que el Señor y sus principios son lo que realmente importan. Como cristianos debemos anhelar que el Señor nos encuentre viviendo para Él y no para el mundo cuando Él regrese. ¿Por qué? Porque como dice Apocalipsis 1:3, “el tiempo está cerca”.
La palabra griega traducida como “tiempo” puede significar: estación o era, y se usan algunos pasajes que describen el tiempo de la primera venida de Cristo, como en Marcos 1:15 y Gálatas 4:4. Los siguientes pasajes que describen el tiempo en que Jesús regresará para establecer su reino, también usan la misma palabra griega traducida como “tiempos” o “estaciones“, como se indica en algunos pasajes de la Escritura.
Entonces nosotros, sabiendo que el tiempo está cerca y que queda poco tiempo, debemos estar listos y preparados para la venida del Señor. Bienaventurado el que lee, los que oyen la palabra de esta profecía y guardan las cosas en ella escritas, porque el tiempo está cerca. Que el Señor les bendiga queridos hermanos y amigos.
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Estudio Apocalipsis 1:2 – Indry Cortés de Alvarado
Estudio Apocalipsis 1:2 – Indry Cortés de Alvarado
Hoy quiero invitarles a reflexionar en el versículo 2 del capítulo 1 del libro de Apocalipsis. Ya anteriormente estuvimos meditando en el versículo 1, pero para comprender bien el versículo 2, es necesario leer nuevamente ambos versículos (Apocalipsis 1:1-2):
“1 La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan, 2 que ha dado testimonio de la palabra de Dios, y del testimonio de Jesucristo, y de todas las cosas que ha visto.”
Fíjese que el versículo 2 nos muestra que el apóstol Juan dio testimonio de tres cosas:
- De la palabra de Dios,
- Del testimonio de Jesucristo,
- Y de todas las cosas que vio.
El testimonio de Jesucristo, como lo dice bien la palabra, es acerca de Él, es acerca de nuestro Señor.
Este testimonio no fue meramente verbal. Si vamos al versículo 9 del mismo capítulo, vemos que Juan estaba exiliado en la isla de Patmos “por causa de la palabra de Dios y del testimonio de Jesucristo.” Su testimonio le costó el destierro. Fue perseguido y aislado por proclamar lo que había visto y recibido de parte del Señor.
Y si nosotros avanzamos algunos versículos en el mismo capítulo 1, nos vamos a dar cuenta que Juan estaba exiliado debido a su testimonio, debido a lo que él proclamó acerca de Jesucristo. Apocalipsis 1:9 dice lo siguiente:
“9 Yo Juan, vuestro hermano, y copartícipe vuestro en la tribulación, en el reino y en la paciencia de Jesucristo, estaba en la isla llamada Patmos, por causa de la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo.“
Entonces nosotros nos damos cuenta que Juan, el escritor de este libro, se encontraba en esta isla a causa de proclamar las cosas que él había visto de parte del Señor Jesucristo y de lo que Él había recibido en esta revelación de parte de Dios.
Apocalipsis 1:2
“2 que ha dado testimonio de la palabra de Dios, y del testimonio de Jesucristo, y de todas las cosas que ha visto.”
Juan ahora da su testimonio verificando la veracidad del libro. Lo que vio era la palabra de Dios y el testimonio dado por Jesús y el testimonio de quien es Jesús, es decir, el Rey de Reyes y Señor de Señores.
Esta es también la razón por la que Juan estaba en la isla de Patmos, por la palabra de Dios y el testimonio de Jesús.
Siguiendo el versículo 1, en el cual se nos dice que el apocalipsis proviene de Dios, se nos dice que es la palabra de Dios, así como el testimonio de Jesucristo y no es el producto de la mente de ningún hombre, puesto que tiene el reclamo de ser la palabra de Dios.
No deberíamos nosotros, por tanto, poner el libro a un lado porque es difícil de entender, ya que tiene un mensaje que es muy importante para los santos, para los escogidos de Dios y aquellos que creen en el Señor Jesucristo y que han entregado sus vidas a Él. Nos insta a ser fieles hasta la muerte y, por lo tanto, reclama la más alta autoridad, porque proviene de Dios mismo.
¿Acerca de quién es el autor? ¿Los mártires?
En Apocalipsis 6:9 y 20:4, se nos menciona a los mártires que fueron muertos por obediencia a la palabra de Dios y por mantener el testimonio de Jesús. Él vio la palabra de Dios y esto nos da una de las claves para poder entender el libro.
Es decir, él vio la palabra de Dios, lo que debe ser entendido a la luz del resto de la palabra de Dios. Apocalipsis es el último libro de la Biblia, tanto en su ubicación como también en el tiempo en que fue escrito. Requiere de todas las secciones anteriores de la Biblia y ciertamente del mismo libro de Apocalipsis para poder llegar a una interpretación correcta.
En Juan 21:24, vemos que el discípulo que escribió el Evangelio de Juan declara que su testimonio es verdadero. En Apocalipsis 22:16, personalmente declara que le ha dado a Juan este testimonio, y en Apocalipsis 22:20, Jesús testifica de estas cosas, es decir, testifica de su veracidad. En 19:9 y 22:6, el ángel afirma que estas son palabras fieles y verdaderas de Dios.
“6 Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto.”
El punto de esto es confirmar vez tras vez con la autoridad más alta que estas cosas son ciertas, porque los siervos de Dios necesitan estar preparados para morir incluso por su fe.
La verdad de estas palabras es de suprema importancia. Si no hay ningún cielo nuevo ni tierra nueva y no hay lago de fuego, ¿para qué molestarse entonces en morir por la fe que uno tiene?
Juan testificó de todas las cosas que vio, que su testimonio es verdadero, que hace eco de las palabras de David que encontramos en Salmos 19:7:
“7 La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma; El testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo.”
Vemos que cerca del final del Apocalipsis, el testimonio de Jesucristo también es el espíritu de la profecía. Apocalipsis 19:10 dice:
“10 Yo me postré a sus pies para adorarle. Y él me dijo: Mira, no lo hagas; yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos que retienen el testimonio de Jesús. Adora a Dios; porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía.“
Dios dio la revelación a Jesús, luego Jesús la dio a Juan por medio de su ángel, Juan simplemente dio testimonio de las palabras de Dios y del testimonio de Jesús y de todo lo que Él vio. Por lo tanto, concluimos, que el autor es Juan. El autor de este libro se menciona cuatro veces: Apocalipsis 1:1, 1:4, 1:9, 22:8.
Aunque algunos han debatido si fue realmente el apóstol Juan o un profeta o anciano con el mismo nombre que vivió en Éfeso, en realidad Juan es identificado como un profeta en Apocalipsis 22:9 y 10:11, sin embargo, esto no significa que fue un profeta llamado Juan diferente al apóstol Juan. Es verdad que el autor no se describe como un apóstol, pero la evidencia externa, la voz de la tradición y la evidencia interna, apuntan al apóstol Juan, quien fue el autor del Evangelio según Juan, y tres epístolas que llevan su nombre, así como Apocalipsis.
Algunos argumentan que Juan el Apóstol no fue el autor de este libro, dado que hay diferencias de estilo de lenguaje en este libro. Sin embargo debemos de recordar que los apóstoles escribieron por inspiración divina y el Espíritu Santo fue el que los inspiró y en algunos momentos escribían desde una perspectiva distinta con un tono distinto.
Los padres de la iglesia argumentaron que Juan el Apóstol fue el autor. Como por ejemplo Juan Justino Mártir (que vivió entre los años 110 y 165 d. C.), Ireneo (120 al 202 d. C.), Clemente de Alejandría (153 al 217 d .C.), Tertuliano (145 al 220 d .C.), Orígenes, (185 al 254 d .C.) Hipólito (170 al 236 d .C.), Victorino (quien murió en la persecución en el 303 d .C.)
Este Juan es el hijo de Zebedeo, él y su hermano fueron llamados “Hijos del Trueno” (Marcos 3:17). También prohibió que alguien que no era del grupo apostólico hiciera milagros (Lucas 9:49-50) Quiso pedir fuego del cielo sobre los samaritanos hostiles (Lucas 9:52-54). Este discípulo también fue testigo de la transfiguración de Jesús y de su resurrección (Mateo 17).
Entonces volvemos a leer el versículo 2 que dice que “ha dado testimonio de la palabra de Dios y del testimonio de Jesucristo y de todas las cosas que ha visto”. Aquí se destaca el énfasis que se ha dado a la palabra “testimonio”, la cual viene del griego “martureó” Nos indica que Juan se coloca junto a aquellos que leen su escritura, es decir, donde usted y yo nos encontramos hoy, y Juan nos aclara que él también mira hacia aquello que está escribiendo, que ha dado testimonio de la palabra de Dios, y la palabra de Dios aquí creemos que se refiere a Cristo como también al contenido de este libro. Él es la palabra viva, nuestro Señor Jesucristo, y nosotros estamos en posición de la palabra escrita, y cuando la palabra escrita nos revela Jesucristo es porque Él es la palabra viviente.
Ahora Juan continúa diciendo del testimonio de Jesucristo, aquí se nos dice que es un testimonio vivo de lo que vio. Esto ocurre unas 90 veces en los escritos de Juan, 50 veces en su evangelio. Juan habla de todo lo que ha visto, de todo aquello, de lo que él pudo ver como un privilegiado testigo presencial de los hechos.
Volviendo ahora a lo que mencionó el versículo 1, él lo declaró, es como si Juan hubiese sacado fotos o como si estuviera presenciando y moderando un programa de televisión
Con un personaje clave principal: el Señor Jesucristo, quien lo presentó desde el cielo a través de sus ángeles, a través de Juan, para usted y para mí. Es así como Dios lo quiere.
Ahora también el versículo 2 dice “Y de todas las cosas que ha visto”, es decir que Juan fue testigo ocular de esta visión que se nos presenta aquí y no solo oyó, sino que vio estas cosas y dio testimonio de ella y estuvo tan involucrado con estos testimonios que él fue capaz de dar su vida por las cosas que había visto y oído. Si esto no fuera real, él no hubiera sido capaz de dar su vida, sin embargo, porque esto que él vio y presenció, fueron cosas reales, estuvo dispuesto a dar su vida por Cristo, dar su vida por la fe.
Nosotros también somos llamados a ser testigos del Señor Jesucristo y en especial en estos tiempos difíciles y peligrosos que estamos viviendo y que están aconteciendo. Somos llamados a dar testimonio del Señor hasta las últimas consecuencias. Que el Señor les bendiga.
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Estudio Apocalipsis 1:1 – Indry Cortés de Alvarado
Estudio Apocalipsis 1:1 – Indry Cortés de Alvarado
Hoy quisiera compartir con ustedes una reflexión sobre el último libro de la Biblia: el libro de Apocalipsis, también conocido como el último libro del Nuevo Testamento. Nos enfocaremos en el primer versículo del capítulo 1 (Apocalipsis 1:1), que dice:
“1 La revelación de Jesucristo, que Dios le dio para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan.”
Al comenzar el estudio de este libro y este versículo, muchas veces vienen a nuestra mente imágenes de juicios y catástrofes que el libro menciona. Pensamos que Apocalipsis trata únicamente del juicio de Dios. Sin embargo, si prestamos atención al texto, veremos que el enfoque principal es la revelación de Jesucristo.
En este libro, Dios también nos comparte Su plan para el futuro del mundo y de la humanidad. La palabra “Apocalipsis” proviene de la palabra griega “apokálypsis”, que significa revelación. Puede traducirse también como descubrir, quitar el velo, mostrar, sacar a la luz, o dar a conocer un misterio previamente oculto. Por lo tanto, comprendemos que este libro trata de una revelación dada por Dios acerca de algo que antes no se conocía.
En el Antiguo Testamento, los profetas recibieron revelación sobre eventos futuros, y muchas de esas profecías se cumplieron poco después de haber sido dadas, lo cual confirmó la autenticidad de que eran verdaderamente la palabra de Dios, como también se afirma en Deuteronomio 18:22.
Sin embargo, muchas otras profecías permanecieron como un misterio o fueron selladas, como fue el caso del profeta Daniel. En Daniel 12:8-9 leemos:
“8 Y yo oí, mas no entendí. Y dije: Señor mío, ¿cuál será el fin de estas cosas? 9 Él respondió: Anda, Daniel, pues estas palabras están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin.”
Fíjese usted que, mientras un ángel del Señor le dijo a Daniel que sellara su visión, otro ángel del Señor le dice a Juan, en Apocalipsis 22:10, que no selle las profecías que DIos le mostró de este libro. Muchas de las profecías de Daniel reaparecen en Apocalipsis. Y dado que la revelación no está sellada, es posible entenderla con la ayuda del Espíritu Santo, especialmente ahora que nos acercamos a su cumplimiento.
Jesús mismo prometió en Juan 14:26:
“26 Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.”
Así, podemos resumir que la revelación de Jesucristo nos da, a través del Espíritu Santo, una comprensión profética de los eventos que Dios ha preparado para tratar con Israel y sus enemigos, mientras se dispone a establecer Su reino en la tierra. Este plan fue un misterio hasta que fue revelado al apóstol Juan, quien, lleno del Espíritu Santo, lo escribió. Además, Jesucristo será revelado literal y visiblemente al mundo cuando regrese, como se describe en Apocalipsis 19:11-16:
“11 Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea. 12 Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo. 13 Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: EL VERBO DE DIOS. 14 Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos. 15 De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso. 16 Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES.”
Volviendo a Apocalipsis 1:1, el versículo nos dice que Dios dio esta revelación a Jesucristo para mostrarla a sus siervos, es decir, a sus seguidores. Esto significa que este libro profético no fue dado para el beneficio de los no creyentes. De hecho, los incrédulos no pueden entender la Palabra sin la ayuda del Espíritu Santo como dice Romanos 10:17:
“17 Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.”
Este pasaje nos habla de que la fe viene por el oír y el oír por la palabra de Dios, es decir, la fe viene cuando nosotros comenzamos a leer y estudiar la santa palabra de Dios y así somos atraídos por Dios el Padre a través del Espíritu Santo.
Los seguidores de Cristo, el cuerpo de creyentes, son conocidos hoy como la Iglesia. Cuando se menciona el arrebatamiento de la Iglesia, la Palabra enseña que el Señor la llamará al cielo antes de que se desarrollen los eventos descritos en Apocalipsis a partir del capítulo 4, es decir, antes del inicio de la gran tribulación.
Podríamos preguntarnos: ¿por qué la revelación fue dada a la Iglesia y no a los que se queden atrás y se conviertan durante el tiempo de la tribulación?
Primero, porque la escritura profética le da credibilidad a la Palabra de Dios.
Segundo, porque los siervos de Dios durante la tribulación no estarán exentos a los juicios que vienen a la tierra, sino que la gran mayoría serán mártires (esto se puede apreciar en capítulos posteriores). La Palabra de Dios escrita será probablemente escasa durante la tribulación.
En Joel 2:28 dice:
“28 Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones.”
Nos dice que los hijos y las hijas profetizarán, los ancianos soñarán sueños y los jóvenes verán visiones. Los sueños y las visiones no son ampliamente divulgados por los cristianos hoy en áreas donde la Biblia está fácilmente disponible. Pero incluso hoy en día, en lugares donde no hay acceso inmediato a la Palabra (como en algunos países islámicos cerrados a la predicación del evangelio), hay testimonios de personas las cuales Dios los ha llevado al conocimiento de Jesucristo por medio de sueños y visiones.
Volviendo a Apocalipsis 1:1, también nos dice que estas cosas “deben suceder pronto”. Aunque un ángel le dijo al profeta Daniel que pasaría mucho tiempo antes de que se cumpliesen las profecías, ya en Apocalipsis se nos dice que los eventos están cercanos a cumplirse. En 2 Pedro 3:8 nos dice:
“8 Mas, oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día.”
Es decir, la palabra griega traducida como “breve” también puede significar “rapidez” o “rápidamente”, es decir, que cuando comiencen a cumplirse las profecías, sucederán una tras otra en rápida sucesión, como dolores de parto a la mujer encinta. Este significado no niega su cumplimiento inminente. En Apocalipsis 1:3 el ángel le dijo a Juan que: “el tiempo está cerca”.
Por cierto, la enseñanza del inminente regreso de Cristo para construir su reino milenial existía incluso antes de que se escribiera el libro de Apocalipsis. El apóstol Pablo creía que el arrebatamiento de la iglesia podía ocurrir durante su propia vida. Estaba convencido de que ese evento marcaría el comienzo de los acontecimientos que conducirían al regreso de Cristo para establecer su reino. Usted lo puede profundizar leyendo en 2 Tesalonicenses 2:1-8.
Pablo incluso consoló a otros con su creencia en el inminente regreso de Cristo, en 1 Tesalonicenses 4:16-18 escribe:
“16 Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. 17 Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. 18 Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras.”
Por eso añade: “Consolaos unos a otros con estas palabras” en el versículo 18
Finalmente, Apocalipsis 1:1 nos dice que esta revelación fue dada por medio del ángel a su siervo Juan. A diferencia de otros libros del Nuevo Testamento, aquí no hay mucha disputa respecto de la autoría. En otros libros muchas veces ha existido mayor confusión sobre los autores. Sin embargo, podemos afirmar que es claro que el libro de Apocalipsisque fue escrito por el apóstol Juan.
Es interesante notar que, aunque Jesús predijo la muerte de Pedro, hizo pensar a algunos discípulos que Juan no moriría antes de Su regreso. Presumiblemente, Juan vivió hasta su vejez, pero no murió sin antes ver el regreso del Señor en visión profética, la cual dejó registrada en el libro de Apocalipsis.
Hermanos, el Señor Jesucristo viene pronto. Debemos prepararnos, estudiando y escudriñando la revelación que Dios le dio a su siervo Juan. ¡Que el Señor les bendiga!
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